
Bodegón de frutas, langostas y ardilla.
Clara Peeters, 1607-1621. Óleo sobre tabla.
Pintora de bodegones de la que apenas conocemos nada sobre su vida, solo que posiblemente nació en Amberes en 1594, que pintó su primera obra (que conozcamos) con tan solo 13 años. También sabemos que era pintora profesional. Clara Peeters aparece, en un momento y en una ciudad donde reina el estilo pictórico muy idealizado y lleno de florituras de la mano del genio de Rubens, pintando de una manera muy distinta y naturalista y con un tema totalmente nuevo como es el bodegón. Esto implica que era una mujer pionera, muy valiente de espíritu rebelde que le gustaba ir contracorriente. No solo pintó dentro de un género moderno y de una calidad artística superior a sus coetáneos dentro del mismo estilo, si no que encima escondió diminutos autorretratos dentro de sus obras al más puro estilo de Jan van Eyck. En definitiva una grande olvidada.
El bodegón es un género pictórico también conocido como naturaleza muerta que pretende sacar lo mejor de la forma, composición e iluminación de elementos simples de la vida cotidiana en un espacio concentrado. Pueden parecer muy aburridos pero esconden un sin fin de secretos iconográficos y muchísima información más.
En este bodegón en concreto me llama poderosamente la atención la mezcla de elementos tan extraña de fruteros con marisco y un ser vivo.